martes, 8 de febrero de 2011

Te quiero


Supongo que esta es la carta que te escribí hace tiempo.Puede que hace un par de meses, en Noviembre, en Septiembre, quizás en enero del año pasado. No sé.
Es la carta donde guardo las cosas que nunca te dije, o  las que a veces te repetí demasiado. Ahí están escritas a mano cada una de las lágrimas tiradas, ilusiones perdidas, o sueños de niñas. Tengo todos y cada uno de los días a tus lado, los buenos, pero también los malos. Los tipos de abrazos,  los cortos y largos, y las miradas, todas las nuestras. Las de cariño, esperanza,  las de 'eh, que estoy aquí'
En esa carta están las mentiras que nos hicieron pequeñas y las verdades que nos conviertieron en grandes. Las cosas que nos diferencian de todos ellos, los enfados de minuto y medio, las risas alteradas y las experiencias. Ahí dejo firmado que has sido una de las personas más importantes en mi vida, y que lo poco que tengo es para tí. Las dos tabletas de chocolate negro mensuales que papá compra, las cartas de los cajones, los apuntes arrugados, mis botas, las bolitas de cristal, los amuletos, el blog, las merenditas y los polos de manga larga. Todo por si algún día me pasara algo, además de los tacones, la plancha del pelo, los sujetadores que mamá nunca te compraría, y alguna (y solo un par) de mis canciones que nadie conoce.
Dentro del armario, a la izquierda del montón de ropa descolocada hay una trampilla. Una madera que se levanta, en caso de que ya no esté, rómpela. Ahí está la carta. Donde al final termino por aceptar que rehacer tu vida saliendo de fiesta será lo correcto, que has sido una de las mejores personas con las que me he cruzado a lo largo de mi viaje, que te quiero, y que te agradeceria que comieses por mí todas las tortitas, caramelos, chicles, bollos y tartas que perdieron mis dietas.

De una cabeza loca, a su otra mitad.

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